OPERACIÓN TRIUNFO celebró ayer su segunda gala en una noche complicada en cuanto a numerosos fallos que se unieron a una selección de temas que pasó más que desapercibido.
Lo mejor de la Gala de anoche fue la actuación de Lola Indigo, lo que demuestra que la sombra de los concursantes de la pasada edición es mucho más larga de lo que creíamos. Tanto que ni la propia productora se resiste a soltarlos con un nuevo concierto de despedida el 28 de diciembre. La primera expulsada de la edición anterior supo transmitir a la audiencia todo lo que la nueva generación, de momento, no hace. Para ser sinceros, tampoco ayudaron los temas seleccionados, la mayoría insulsos que no incitaban en ningún momento a despertar la curiosidad para ver cómo lo iban a hacer.
Al nuevo OT se le evidenciaron anoche varias cosas: la marcha de los Javis no ha sido suplida bien por su sustituta. El resultado es que la visita de la pareja a la Academia la llenó de vida y contenido más que lo que Itziar Castro ha logrado en lo que lleva en el programa. La sustitución de Mónica Naranjo parece no haber sido la acertada tampoco. Ni Ana Torroja ni mucho menos Rosana Arbelo le dan la seriedad ni ese punto de espectáculo que le daba la cantante a pesar de no salir indemne de críticas tampoco. Hay un jurado soso que, aunque efectivamente den el protagonismo a los que lo deben tener, sería de agradecer que pusiesen su granito de arena para levantar el show.
Luego están ellos, los concursantes. La nueva generación no son capaces, hasta el momento, de provocar algún tipo de empatía ni expectativa para ver su actuación. Es cierto que llevamos solo dos galas y que se irán haciendo poco a poco con la audiencia pero la tele va tan rápida hoy que resulta difícil aguantar una gala de más de dos horas y media con un elenco que no termina de convencer. El que mejor aguanta sigue siendo Roberto Leal, que está sacándose todo un máster de televisión al tener que responder no solo ante un público en muchas ocasiones maleducado sino ante los numerosos fallos técnicos que el programa sufrió a lo largo de la gala de ayer. Es como si a Arguiñano se le estropea el horno o la vitrocerámica. No se entiende. La actuación de Dave y Noelia, por ejemplo, fue surrealista con una música extremadamente alta y unos chicos que tuvieron que gritar como posesos para que se le escuchara.
Si fuese un mal pensado, pensaría que todo forma parte de un inteligente plan: realizar una gala como la de ayer donde el aburrimiento y los fallos fueron los protagonistas para sorprender a partir de la próxima semana con buenos temas y la buena marcha del programa en cuanto a causas técnica se refiere. Que la audiencia note la gran diferencia, la aprecie y a partir de ahí comience a subir. Si no ocurre eso, entonces estaremos asistiendo a eso que tanto advirtieron los propios seguidores del programa: "Era demasiado pronto para una segunda edición".
The Good Doctor lideró la noche con un 21.3% ante un OT que cayó hasta el 15.8% con la expulsión de Alfonso.
@DoctorTele