Carmen Sevilla cumple mañana 86 años y por ese motivo el programa QUE TIEMPO TAN FELIZ le ha dedicado su programa a modo de homenaje con la visita de muchos de los rostros que trabajaron junto a ella. Todos coinciden en algo: era más lista de lo que aparentó siempre en la tele.
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| Carmen Sevilla jugó a ser más despistada de lo que realmente era |
Cuando Carmen Sevilla se enteró que cobraría 300.000 pesetas de las antiguas en el TELECUPÓN miró a su marido Vicente Patuel como mujer de su época que era, para que le diera su aprobación. Él se hizo el duro y a ella le pareció bien cobrar esa cantidad todos los meses. Aunque la realidad era bien distinta. Porque ese sería su sueldo diario y no mensual.
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| Agustín Bravo confiesa que con Carmen Sevilla vivió su etapa profesional más importante |
Agustín Bravo, compañero de Carmen en el TELECUPÓN ha confirmado esta tarde en QUE TIEMPO TAN FELIZ que Sebastian Junyet supo ver en el despiste de Carmen Sevilla que sin duda era en parte real una ocasión para hacer de él un auténtico espectáculo. ¿Fue verdad aquello de salir a plató en zapatillas? Como todo en televisión, se trataba en realidad de pequeñas estrategias para enganchar a una audiencia y a un público que no era ni muchísimo menos el mismo que ella había dejado mucho tiempo atrás. Encontró en sus despistes una manera rápida de conectar con el público joven. Agustín ha recordado una anécdota ocurrida en el Palenque (Sevilla) durante la Expo 92, donde Carmen al subir al escenario saludó diciendo: "Que alegría estar en la tacita de plata", nombre con el que se conoce a Cádiz.
Carmen Sevilla jugó con su despiste a despistar. A dar una imagen muy alejada de la que realmente tenía. Su despiste no era más que la carta de presentación de alguien sumamente lista. "Se hacía la tonta pero se enteraba de absolutamente todo" Lo que no era una leyenda urbana era su calidad humana. Carmen era cariñosa y obsequiaba a su equipo con regalos cada vez que queríaTras su etapa en TVE con CINE DE BARRIO, la sevillana sigue internada en una clínica donde sufre un Alzheimer muy avanzado ya. No conoce a sus hijos y apenas habla. Moncho Ferrer, es el único amigo que la visita con frecuencia y cuenta entristecido cómo se encuentra: "Se te queda mirando muy triste. Está débil. Es como si se estuviera apagando" dice muy emocionado.