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Channel: LA VENTANA CATÓDICA
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Así fue el estreno del "Un dos tres..." en Twitch: aciertos y errores de todo un clásico

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La vuelta del concurso más querido de la historia de la tele en España se produjo casi veinte años después el pasado jueves. Lo hacía en un giro inesperado a una plataforma de streaming de vídeo como Twitch dejando su hasta ahora incondicional TVE. El concurso volvía con algunas novedades dispuesto a actualizarse e integrarse en el actual panorama audiovisual. El resultado ha sido un coctel molotov que no ha dejado indiferente a nadie. Sobre todo a los que lo conocimos cuando media España se quedaba pegada a él.

Un programa de más de cuatro horas de duración es un hueso duro de roer. Obviemos la hora de alfombra roja donde reinó el caos desde el minuto cero. ¡Cuatro horas! Todo un reto para el que quiere verlo desde el comienzo hasta el final. Si encima un concurso que durante las diez etapas que duró estuvo milimétricamente controlado por Chicho Ibáñez Serrador, se abandona a la improvisación del directo, el cambio no es que sea brusco. Es un shock en toda regla. Porque eso fue lo que eché en falta en el programa: control y orden.

Es entendible los nervios del primer día y el hecho de ser en directo. Pero el “Un dos tres…» estaba totalmente guionizado. Lo que decían los presentadores, las chicas, las Tacañonas y los diálogos con los actores que pasaban por la subasta había que estudiárselo escrupulosamente cada semana. Ensayar tanto hasta que parezca que sale espontáneamente. Nada de eso pareció ser así el pasado jueves. ¡Ni un pequeño diálogo con las Tacañonas que arrancasen las primeras sonrisas y que permitiese a la nueva audiencia saber quiénes eran! A pesar de sus tablas, a Fernanda y Teresa se las veía perdidas y la alargada sombra de Chicho se cernía sobre ellas. Porque Chicho estaba pendiente a todo: de la respuesta repetida, de la incorrecta, del chico del público con gestos de cansancio o de la rima que él mismo junto a su equipo pensaba (parando la grabación) para que las Tacañonas tras su “campana y se acabó» o “Vamos que nos vamos» soltasen. Claro que aquello era agotador. Pero el resultado era un programa sólido y seguro de sí mismo que además lo avaló un tremendo éxito de audiencia durante décadas.




Por eso la fase de preguntas y respuestas que nos encontramos el pasado jueves dio la imagen de todo lo contrario: descontrolada, improvisada y falta de coordinación. Ni los concursantes entendían el principio bien la mecánica, ni el presentador repetía al principio cada una de las respuestas ni las Hurtado explicaban con argumentos sólidos a la vez que simpáticos los errores de los concursantes en sus respuestas. “Es que es un directo» sentenciaban algunas voces a través de las redes sociales. Pues bien, a lo mejor y debido a su complejidad, la primera parte sería mejor grabarla. Por aquello de cerciorarse de las respuestas entre otras cosas.

Tras la primera parte vino una interminable eliminatoria que, no sabemos bien por qué, optó por sustituir un simple juego de eliminación, que es de lo que se trata, por una ristra de ellos. Una especie de gymkana con hasta cinco pruebas que no hicieron sino restarle ritmo y alargarlo innecesariamente. Hasta a ellos mismos les hubiese venido mejor una sola prueba seguida del juego de consolación.




De todo el programa, la subasta fue lo mejor. La que a mí parecer sí puede hacerse en directo. Pero desde luego con una serie de correcciones donde entra también el estilo que se le quiera dar. Estamos en 2023. El concurso que crease Chicho Ibáñez Serrador y que ahora ha recuperado con mucha ilusión su hijo Alejandro no es que quiera sino que debe modernizarse y eso también pasa por el propio lenguaje. No se hablaba igual hace cuarenta años que ahora. Pero para modernizarse no hace falta soltar un taco cada dos por tres. Escuchar a su presentador soltar un “Puedes hacer lo que te salga de la polla» te chirría más que otra cosa sin ser yo un mojigato ni nada de eso. Porque “Un dos tres…» siempre se distinguió por el estilo de sus presentadores. Si no, echen un vistazo a Kiko, Mayra, Jordi, Miriam, Bachs o Luis Larrodera. Más o menos desenfadados, lo que estaba claro es que no iban a incomodar a nadie en casa. Con esto no quiero decir ni mucho menos que theGrefg haya suspendido como maestro de ceremonias. Es cercano y simpático y eso siempre se agradece. Pero debe conocer más el concurso que presenta. Es esencial para hacerse con él con la seguridad que un proyecto de esta envergadura exige. Su compañera Carla Pulpón, también estuvo a la altura. Tenía un aire a nuestra Miriam Díaz Aroca que tanto gustó en su paso por el concurso. Un acierto.




El regreso de “Un dos tres…» contó con quizá el reclamo más grande de los seguidores del concurso desde aquel especial 20 aniversario: la presencia de la legendaria Mayra Gómez Kemp que, sin embargo solo vimos en la alfombra roja. ¡Como nos hubiese gustado verla bajar por las escaleras y darle la alternativa a theGrefg! ¡Como nos hubiese gustado ver a Miriam Díaz Aroca o Lydia Bosch entregar algún regalo en la subasta! ¿Cómo no se aprovecharon de su presencia para hacerles un pequeño homenaje y de paso contentar a los muchos seguidores que seguíamos el programa?

El humor en “Un dos tres…», del que Chicho presumía por ser blanco e inofensivo, siempre jugó un papel fundamental en la subasta. El dúo Sacapuntas, Beatriz Carvajal, Raúl Sénder, Arévalo, Eduardo Aldán, Ángel Garó y un larguísimo etcétera. Juzgar su humor desde 2023 es inútil. Por eso mismo, por esa conciencia que hay hoy día en torno a diferentes asuntos me chirrió ver como un presunto humorista faltaba el respeto a profesionales de la talla de Pepe Carabias o Fedra Lorente. No es fácil jugar al gamberrismo en el humor porque puedes caer en lo soez y desagradable cuando menos te lo esperes. Por el contrario, la banda musical me parece todo un acierto. Le da un aire de modernidad que el concurso agradece y el punto de juventud que theGrefg y Carla Pulpón le imprimen también juega a favor. Tanto las actuaciones musicales como las del mentalista Juanma González y el mago Jandro consiguieron por unos minutos recoger la esencia del concurso. Decía Chicho una vez que los últimos cinco minutos de la subasta son tan importantes como para determinar si el programa ha sido o no un éxito. A mí el final logró volverme a enganchar después de cuatro interminables horas en las que como una mala señal de wifi, conectaba y desconectaba. TheGrefg lograba crear esa expectación que sus predecesores también lograban.

Decía Chicho que las cosas siempre las recordamos mejor de lo que eran. Puede que tuviese razón. Seguro que la tenía. Sin embargo lo del jueves pasado y con todo el respeto a su hijo Alejandro, a quien se le agradece muy sinceramente la intención de recuperar un todoterreno como “Un dos tres…», se puede resumir en una simple reflexión: Yo no eché en falta que no hubiese un tema monográfico con su decorado y sus números musicales, ni siquiera a unas azafatas y azafatos que conectasen más con el público. Ni a unos concursantes anónimos y no tan resabiados en esto de la fama y tan poco involucrados en la causa. No eché en falta más conocimiento del concurso en general en el equipo ni mejores premios y cómicos, que sobre gustos no hay nada escrito. Eché en falta la mano de Chicho. La que no solo controlaba cada milímetro del plató si no que se desvivía para que cada semana nos fuésemos a la cama con la sensación de haber asistido a todo un espectáculo. A su mimo, su paciencia, su control y su dedicación a un programa que lo apartó incluso del cine y de las historias de terror que tan bien se le daba contar. Porque debió encontrar en el concurso la manera de sacar eso que él llevaba tan adentro: un enorme sentido del espectáculo y un olfato televisivo que le permitía saber antes que nadie lo que iba a funcionar y lo que no. Y eso solo lo tenía Chicho.

@ManoloDevesa (Crítica aparecida originariamente en "El blog de Un dos tres...")

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